martes, 4 de enero de 2011

El árbol de la ciencia - Pío Baroja




Pío Baroja y Nessi (San Sebastián, 28 de diciembre de 1872 – Madrid, 30 de octubre de 1956) fue un escritor español de la llamada Generación del 98. Fue hermano del pintor y escritor Ricardo Baroja y tío del antropólogo Julio Caro Baroja y del director de cine y guionista Pío Caro Baroja.

Pío Baroja perteneció a familias siempre muy distinguidas y conocidas en San Sebastián relacionadas con el periodismo y los negocios de imprenta. Su bisabuelo paterno, Rafael, fue en Oyarzun impresor del periódico La Papeleta de Oyarzun y de otros textos durante la guerra contra Napoleón.

Entre los ascendientes de la madre había una rama italiana lombarda, los Nessi, a la que el escritor debe su segundo apellido.
Su primer apellido tampoco es de origen vasco. En sus Memorias el propio don Pío aventura una fantástica etimología, según la cual «Baroja» sería un apócope de (i)bar (h)otza, que en euskera significa 'valle frío' o 'río frío'.

A los siete años marchó con su familia a Madrid, donde el padre obtuvo una plaza en el Instituto Geográfico y Estadístico; sin embargo, volvieron a Pamplona y otra vez de nuevo a Madrid. Baroja había leído ya a clásicos juveniles (Julio Verne, Thomas Mayne-Reid y Daniel Defoe). Se libró del servicio militar, que le repugnaba. En 1891 terminó la carrera de medicina en Valencia y se doctoró en 1894 en Madrid con una tesis sobre El dolor, estudio psicofísico.

Tras defender su tesis, marchó en ese mismo año de 1894 a Cestona, en Guipúzcoa, con plaza de médico. Pero el oficio le asqueaba y riñó con el médico viejo, con el alcalde, con el párroco y con el sector católico del pueblo, que le acusaba de trabajar los domingos en su jardín y de no ir a misa, pues, en efecto, era ateo; nunca simpatizó con la iglesia desde su misma niñez, como cuenta en una de sus autobiografías, Juventud, egolatría; tras pasar un año allí volvió, pues, a San Sebastián, dispuesto a ser cualquier cosa menos médico, y encontró su oportunidad en Madrid.
Instalado en Madrid, empezó a colaborar en periódicos y revistas, simpatizando con las doctrinas sociales anarquistas, pero sin militar abiertamente en ninguna. Al igual que su conterráneo Miguel de Unamuno, abominó del nacionalismo vasco, contra el que escribió su sátira Momentum catastrophicum.
En 1900 publicó su primer libro, una recopilación de cuentos titulada Vidas sombrías, la mayoría compuestos en Cestona sobre gentes de esa región y sus propias experiencias como médico. En esta obra se encuentran en germen todas las obsesiones que reflejó en su novelística posterior. El libro fue muy leído y comentado por prestigiosos escritores como Miguel de Unamuno, que se entusiasmó con él y quiso conocer al autor, por Azorín y por Benito Pérez Galdós. Baroja fue así acercándose cada vez más al mundillo literario y abandonando el negocio de panadería hasta dejarlo por completo. Tuvo especial amistad con el anarquista José Martínez Ruiz, más conocido como Azorín, e hizo, impulsado por él, algún intento de entrar en política, presentándose de concejal en Madrid y de diputado por Fraga, pero fracasó. Al acercarse Azorín al partido de Antonio Maura, rompió su antigua amistad. De igual manera tuvo amistad con Maeztu. Con él y junto con Azorín formaron durante un breve período el grupo de los Tres.

Baroja cultivó preferentemente el género narrativo, pero se acercó también con frecuencia al ensayo y más ocasionalmente al teatro, la lírica (Canciones del suburbio) y la biografía.

El propio autor agrupó sus novelas, un poco arbitrariamente, en nueve trilogías y una tetralogía, aunque es difícil distinguir qué elementos pueden tener en común: Tierra vasca, La lucha por la vida, El pasado, El mar, La raza, Las ciudades, Agonías de nuestro tiempo, La selva oscura, La juventud perdida y La vida fantástica.


Es un libro de carácter filosófico y crítico. Baroja nos narra la vida tortuosa que tiene Andrés Hurtado, un hombre de ciencias, madrileño, que trata de explicarse el mundo, y de cambiar la sociedad, pues pensaba que la moral de ésta estaba más que corrompida. Lo pasa muy mal viendo toda la injusticia, la manera de ser que tiene la gente… es un idealista.

El libro es ameno. Cierto es que el carácter filosófico está siempre presente, pero es fácil de digerir (salvo los diálogos entre Andrés y su tío Iturrioz, que son algo más complicados). El libro se divide en siete partes, cada una con varios capítulos. Dichos capítulos son muy cortos, lo que agiliza la lectura.

Cabe destacar al protagonista principal, Andrés, con el que creo que muchos nos sentimos identificados (en mayor o menos medida). Es duro ver cómo la sociedad se corrompe cada vez más, y la moraleja que se extrae del libro es que la ignorancia da la felicidad, mientras que la inteligencia, las ganas de llegar más allá en el conocimiento, de progresar, te lleva a una angustia existencial tremenda. No os desvelaré mucho del final, pero a mí me dejó helada. Como se dice en las últimas líneas del libro, Andrés tenía algo de precursor.

Pío Baroja ha escrito está novela basándose en su propia vida.

Hurtado es el protagonista clave, los demás quedan en un segundo plano, claramente. De entre el grupo de secundarios, destacaría a su tío Iturrioz, del cual también conoceremos sus ideas en los diálogos con su sobrino. Entre los dos hay una antítesis en cuanto al pensamiento: Andrés comienza siendo seguidor de Kant y Schopenhauer, metafísicos alemanes que defienden que la realidad tal y como la conocemos, podría no ser tal, o ser más de lo que nuestros ojos son capaces de percibir. El tío, por contra, es partidario de los empíricos ingleses, que confiaban en sus sentidos más que en ninguna otra cosa.

Podemos ver cómo Andrés pasa de una postura firme, de un intelectualismo acérrimo, a dar la razón a su tío en muchos aspectos.


La Celestina - Fernando de Rojas




Fernando de Rojas, (La Puebla de Montalbán, Toledo, 1470 - Talavera de la Reina, Toledo, 1541), dramaturgo español, autor de La Celestina, considerada una de las obras cumbre de la historia de la literatura española y la más importante sin duda en la transición entre la Edad Media y el Renacimiento.

Nació en La Puebla de Montalbán (Provincia de Toledo ), hacia 1470, en el seno de una familia de judíos conversos que reaparece en posteriores procesos inquisitoriales por mantener el judaísmo a escondidas de la Inquisición. De Rojas ayudó a miembros de su familia, los llamados marranos o criptojudíos, Anusim en la literatura rabínica, afectados por las persecuciones de la Inquisición. Su familia habría sido perseguida y él mismo ha aparecido en documentos como acusado por la Inquisición, documentos que demuestran que fue el autor de La Celestina.

Estudió leyes en la Universidad de Salamanca, según él mismo afirma en La carta del autor a un amigo suyo, que precede el texto de su obra. Parece documentado que hacia 1496-97 habría obtenido su grado de Bachiller en Leyes.

Hoy día no se duda de que sea el autor de La Celestina, que habría escrito con pocos más años que su protagonista, Calisto, que cuenta con veintitrés. Fernando de Rojas rondaría los veinticinco. El autor reveló su nombre y lugar de nacimiento en un famoso acróstico al principio de la segunda edición del año 1500. No se le conoce ninguna otra obra ni es mencionado por ninguno de sus contemporáneos.

Se le sabe establecido en la localidad de Talavera de la Reina, población de la que algunos autores piensan que fue alcalde y casado allí. Su condición de converso influye en el argumento de su obra, que a decir de la mayoría de los críticos es obra de alguien de esta condición: se ha dicho que la ausencia de fe firme justificaría el pesimismo de La Celestina y la falta de esperanza patente en su dramático final.

Murió en 1541 en Talavera de la Reina, entre el 3 y el 8 de abril. Sus restos fueron enterrados en el convento de la Madre de Dios de esa ciudad y en los años 80 fueron trasladados a la Colegiata de Santa María la Mayor de Talavera. Se conserva su testamento, fechado ese día 3, muy detallado, que ha sido el deleite de los críticos al poder estudiar su abundante biblioteca. Dejó los libros de derecho a su hijo, que también fue abogado, y los de literatura profana a su esposa. En el inventario de su biblioteca, y eso es lo extraño, solo figura un ejemplar de La Celestina (cuando murió había al menos 32 ediciones de la obra) y ninguno de la Segunda comedia de La Celestina y de la Tercera parte de la tragicomedia de Celestina, publicadas en vida de Rojas.


La Celestina es el nombre con el que se conoce desde el siglo XVI a la obra titulada primero Comedia de Calisto y Melibea y después Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida casi en su totalidad al bachiller Fernando de Rojas. Es una obra de transición entre la Edad Media y el Renacimiento escrita durante el reinado de los Reyes Católicos y cuya primera edición conocida data de 1499. Constituye una de las bases sobre las que se cimentó el nacimiento de la novela y el teatro modernos.

Existen dos versiones de la obra: la Comedia (1499, 16 actos) y la Tragicomedia (1502, 21 actos). La crítica tradicional ha debatido profusamente el género de La Celestina, dudando si clasificarla como obra dramática o como novela. La crítica actual coincide en señalar su carácter de obra híbrida y su concepción como diálogo puro, quizá para ser recitado por un solo lector impostando las voces de los distintos personajes ante un auditorio poco numeroso. Sus logros estéticos y artísticos, la caracterización psicológica de los personajes —especialmente la tercera, Celestina, cuyo antecedente original se encuentra en Ovidio—, la novedad artística con respecto a la comedia humanística, en la que parece inspirarse, y la falta de antecedentes y de continuadores a su altura en la literatura occidental, han hecho de La Celestina una de las obras cumbre de la literatura española y universal.